LA ORIENTACIÓN VOCACIONAL Y LOS DESAFÍOS DE LA EDUCACIÓN EN TIEMPO DE PANDEMIA
El rol del Orientador vocacional se ha dirigido de manera histórica al acompañamiento en el proceso de toma de decisiones, tomando en consideración las necesidades, características y gustos de quien se encuentra en un proceso de elección de profesión y/o carrera, sin olvidarse de los factores económicos, culturales, profesionales y educativos del entorno para realizar una elección contextualizada.
World Bank of Education señala que deben tomarse decisiones de carrera mejor informadas para cubrir las necesidades tanto de los individuos como de las empresas y de la economía en su conjunto.
Para hacer mayor énfasis en la importancia que cobra nuestro acompañamiento, señalemos desde una postura humanista que la elección de profesión y/o carrera es sólo un ejemplo de las situaciones críticas que requieren resoluciones. Distinguir y tomar decisiones se convierte en un proceso de acompañamiento en el autodescubrimiento y autodesarrollo del estudiante conforme encuentra y construye su sentido de vida.
Nuestra intervención debe incidir en el fomento de habilidades para la toma de decisiones que implican competencias en el saber, ser y hacer. La orientación vocacional es un factor clave para que los países puedan prevenir tasas de deserción universitaria y al mismo tiempo fomentar que en el campo laboral la motivación, como pieza clave de un buen rendimiento profesional se garantice.
Los educadores debemos comprometernos con las nuevas generaciones y con las condiciones presentes. Resulta urgente buscar y utilizar metodologías útiles y actualizadas para eficientar nuestra función de acompañamiento. Podemos y debemos animarnos a realizar ajustes en nuestros procesos educativos para contribuir a que los alumnos tengan caminos más claros y asimismo nos permitan a nosotros tener información útil que sea clara, suficiente y confiable.
En congruencia con el análisis realizado acerca del significado y la importancia que adquiere el orientador vocacional, el uso de herramientas al servicio de la psicología a través de la psicometría como lo señala Meneses, J. tiene como propósito principal proporcionar las evidencias necesarias que permitan a los psicólogos y a otros profesionales vinculados con las ciencias sociales y del comportamiento tomar decisiones u orientar sus intervenciones en los diferentes contextos en los que desarrollan su actividad. (2013, p. 23) El objetivo de las herramientas psicométricas es el proporcionar las garantías científicas necesarias para la medida objetiva y estandarizada de los fenómenos psicológicos no observables a partir de una muestra de comportamientos. (2013, p. 23)
Los medios al servicio del orientador representan herramientas de gran valor para la asesoría, sin embargo, al ser una herramienta no sustituye en absoluto nuestra labor, sino que deben contribuir a facilitar las funciones y procesos implícitos en nuestras asesorías. Su uso definitivamente profesionaliza nuestro quehacer al brindar información de amplio valor para el autoconocimiento del evaluado, sin embargo, no podemos limitarnos al mero uso de la medición como fin último de la asesoría educativa. El valor intrínseco de la psicometría se encuentra en la evaluación objetiva de procesos internos como los intereses, las motivaciones, autopercepciones, aptitudes, etc. que no son posibles de evidenciar justamente a través de criterios subjetivos. Es comprensible entonces señalar que la elección de instrumentos adecuados y ajustados a las necesidades y recursos de nuestro entorno es esencial.
La cuidadosa selección de los recursos a utilizar para obtener la información que el estudiante recibirá para su tratamiento y análisis es muy importante. Tengamos en cuenta que la gran cantidad de oferta educativa que se ofrece a nivel superior y las estrategias de captación de alumnos pueden generar en ellos una “saturación” de información, dando pie a mayor ansiedad y confusión.
En resumen, el objetivo de la asesoría vocacional será acompañar en la construcción de habilidades para la toma de decisiones, en donde la elección de carrera esté basada en información confiable —facilitada y desglosada— y pueda ser consultada posteriormente, resignificando así su contenido y ayudando en la toma de decisiones consecuentes.
Tengamos en cuenta, por lo tanto, que nuestra tarea es valiosísima, exigente y de suma importancia. Nos involucramos con el acercamiento de jóvenes con su futuro y con el futuro mismo de la sociedad.
LOS DESAFÍOS DE LA EDUCACIÓN EN TIEMPO DE PANDEMIA
Es evidente que la pandemia de la COVID-19 ha sido una amenaza para el avance educativo mundial por la limitación de la educación presencial y por la recesión económica inherente a la situación pandémica, aspectos que, en definitiva, generarán a corto y largo plazo un impacto sobre el capital humano y el bienestar social.
Baste con analizar algunas estadísticas en nuestro país respecto del nivel educativo de la población y respecto de la deserción durante los primeros años de vida universitaria y su acentuamiento durante la pandemia:
Las estadísticas en México, de acuerdo con Munguía, M.E señalan que 7 de cada 10 jóvenes manifiestan dudas sobre la elección de su carrera profesional y se estima que 3 de cada 10 estudiantes cambian su licenciatura en su primer año de universidad debido a una equivocada elección, lo que demuestra que la orientación vocacional es una necesidad real y palpable en nuestro país. (2011)
Por otro lado, de acuerdo con las estadísticas del censo 2020 de INEGI, el porcentaje de personas mayores de 15 años en un nivel superior de educación en nuestro país es de 21.6% de la población, sin embargo, las estadísticas no indican en qué medida este segmento poblacional concluyó este nivel de educación. Observemos la gráfica:
Figura 1. Porcentaje de la población de 15 años y más según nivel educativo. INEGI 2020.
Por otro lado, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) señaló que la matrícula para el ciclo escolar 2020-2021 en todos los niveles universitarios se reduciría en 15.5% en términos anuales, siendo que más de medio millón de mexicanos abandonarán la educación superior y los programas de posgrado debido al impacto del coronavirus.
El PNUD en su reporte Desarrollo Humano y Covid-19 en México, señala, en términos de lo vivido, que “la primer baja masiva ya se dio en el primer semestre del 2020. La Secretaría de Educación Pública (SEP) reportó que “durante el ciclo escolar recién concluido cerca de 305,000 estudiantes universitarios desertaron de sus carreras, lo que representa una disminución de 8% de la matrícula.”
Pese a todo lo anterior, también es cierto que esta situación ha detonado la urgente necesidad de hacer uso de los avances de la tecnología y, por ende, de la utilización de recursos en línea en la educación, ya sea de forma sincrónica o asincrónica como una alternativa para evitar en lo posible el rezago escolar. Definitivamente, la globalidad nos puede acarrear riesgos y desigualdades, pero debemos aprovechar su valor y presencia como una herramienta a favor de la equidad.
World Bank of Education propone como estrategia de respuesta educativa evitar la pérdida de aprendizaje mediante la educación a distancia, acceso al conocimiento mundial, reducir deficiencias en el aprendizaje y evitar el aumento de deserciones. “Se nos invita a planificar un futuro mejor, gestionando la continuidad y utilizando las innovaciones y procesos de emergencia para una recuperación y crecimiento real”.
Recordemos, como lo señala este organismo, que “la educación es un derecho humano, un importante motor del desarrollo y uno de los instrumentos más eficaces para reducir la pobreza, mejorar la salud y lograr la igualdad de género, la paz y la estabilidad. Además de generar beneficios elevados y constantes en términos de ingreso, constituye el factor más importante para garantizar la igualdad de oportunidades”.
En síntesis, la reflexión de nuestra verdadera función como orientadores educativos y/o vocacionales apunta a que debemos dirigir nuestros esfuerzos a un acompañamiento profundo y de calidad, que abone en el autoconocimiento del alumno y contribuya a la toma de decisiones que le permitan construir un futuro lleno de satisfacciones y logros y que, además, contribuya a aminorar el abandono educativo originado por un proceso de toma de decisiones deficiente.
Hoy más que nunca, vemos la urgente necesidad de contar con procesos educativos de calidad que apoyen al estudiante a descubrir y a elegir con base en información de calidad.
Elaborado por: Eva Dolores Plazola García.
Referencias:
DESARROLLO HUMANO Y COVID-19 EN MÉXICO: DESAFÍOS PARA UNA RECUPERACIÓN SOSTENIBLE 2020 Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) Ciudad de México.
Munguía, M.E 18-05-2011. En México 7 de cada 10 jóvenes tienen dudas para elegir carrera. Académico de la UDLAP (Mensaje en blog). Recuperado el 16-09-2021 de http://blog.udlap.mx/blog/2011/05/enmexico7decada10jovenestienendudasparaelegircarrera-academicoudlap/
Meneses, J., Barrios, M., Bonillo, A., Casculluela, A., Lozano, L., Turbany, J. y Valero, S. (2013). Psicometría. Editorial UOC, Barcelona. Recuperado el 23-10-2021 de https://www.researchgate.net/profile/Julio-Meneses-2/publication/293121344_Psicometria/links/584a694408ae5038263d9532/Psicometria.pdf
Rogers, H, Sabarwal, S. y cols (2021). “COVID-19: Pacto en la educación y respuestas de política pública”, grupo banco mundial. Recuperado el 21-10-2021 de https://thedocs.worldbank.org/en/doc/143771590756983343-0090022020/original/Covid19EducationSummaryesp.pdf
Referencia de figuras y tablas:
INEGI 2020. Porcentaje de la población de 15 años y más según nivel educativo. Recuperada el 21 de septiembre del 20021, de https://www.inegi.org.mx/temas/educacion/