Metacognición: La profesionalización del acto de aprender.
A finales de los años setenta, J.H. Flavell acuña el término metacognición. El término hace referencia al conocimiento, concientización y control de los procesos que implica el aprendizaje.
Desde el aula, los profesores tienen la posibilidad de fomentar este autoconocimiento en los estudiantes, desarrollando la conciencia en cada uno sobre sus propios procesos de aprendizaje, o pueden decidir ignorarlos.
Es muy sencillo: un estudiante que aplica procesos metacognitivos es capaz de identificar sus fortalezas y debilidades y aplicar este conocimiento para el aprendizaje de diversos temas (por ejemplo, materias relacionadas con el uso del lenguaje y el vocabulario o aquellas que implican el trabajo con los números).
Algunos autores afirman que a medida que el estudiante tiene un mayor autoconocimiento respecto a su forma particular de aprender, es más capaz de establecer parámetros y metas, convirtiéndose así en el protagonista de su propio proceso de aprendizaje.
Desde hace miles de años, el filósofo griego Sócrates habló de la importancia de conocerse a sí mismo. En la actualidad, un gran número de estudiantes ignoran sus propios procesos y atribuyen a la casualidad sus resultados académicos. No tienen en cuenta la posibilidad de que, a través del análisis y la observación, pueden mejorar y direccionar sus propios procesos.
Diversos teóricos coinciden en el hecho de que un estudiante logra aplicar este proceso una vez que cumple con lo siguiente:
- Se da cuenta de los objetivos que se busca alcanzar con el esfuerzo mental y conoce su punto de partida.
- Tiene la posibilidad de elegir estrategias para conseguir los objetivos planteados.
- Es capaz de observar su propio proceso de elaboración de conocimientos para verificar que las estrategias elegidas son las adecuadas.
- Realiza una evaluación de los resultados para saber hasta qué punto ha logrado los objetivos.
Un estudiante es cognitivamente maduro cuando sabe qué es comprender y cómo debe trabajar mentalmente para lograrlo de la mejor manera.
Promover el concepto de metacognición en el aula también permite descubrir las fortalezas y debilidades de cada estudiante en su proceso de aprendizaje. De esta manera, los docentes pueden obtener conocimientos necesarios para el desarrollo de estrategias que combatan el bajo rendimiento escolar y potencien el proceso de sus estudiantes a través de métodos de aprendizaje efectivos.
Las instituciones educativas y los docentes, en el mayor de los casos, se preocupan más por los contenidos curriculares que por explorar e investigar el acto de aprendizaje. Trabajar en metacognición implica un cambio fundamental en esta tendencia.
Para garantizar que los aprendizajes y sus procesos se den de manera consciente, es necesario proporcionar herramientas a los estudiantes de modo que ellos puedan determinar si conocen o cuentan con lo siguiente:
– Hábitos de estudios adecuados (organización de contenidos, manejo de agenda, revisiones periódicas, etc.)
– Técnicas de estudio (mapas mentales, técnicas de lectura, etc.)
– Sus principales tendencias de personalidad (fortalezas y áreas de mejora)
– Sus principales canales de aprendizaje
Trabajar con esta información en instituciones educativas de manera consciente y dirigida implicaría ofrecer a sus estudiantes un acervo de herramientas que les será útil durante toda su trayectoria académica. Les ayudará a madurar, a tomar mejores decisiones y a definir estrategias para evaluar y mejorar sus propios procesos.
En pocas palabras, la metacognición significa la profesionalización del acto de aprender, incidiendo a la vez en el autoestima y motivación de los estudiantes.
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Elaborado por: Emilia Maria Bueno Pedraza